jueves, 10 de mayo de 2012

Un transeúnte sin bus: Geovanny Verdezoto de paso por La Habana Laura Piedra



Se ha hecho muy común, con la llegada de la contemporaneidad, sacar la obra de arte del
espacio galerístico. Esta acción, además de constituir en sí misma un gesto desacralizador,
atenta contra la especificidad de la forma. Los performances, el body art, las instalaciones
o el enviroment, en un primer momento, fueron muestras de nuevas maneras de entender
el arte. En la actualidad, ya se ven, al menos, con mayor flexibilidad.
Geovanny Verdezoto es un joven artista ecuatoriano que no se ha quedado atrás en todos
estos acontecimientos culturales. Su propuesta está muy ligada a las concepciones humanas
del trabajo, el bienestar o la vida en comunidad; y aunque el momento en que estas prácticas
culturales eran consideradas novedosas, pero a su vez escandalosas, ya ha quedado
atrás, este creador ha retomado tal camino para trazar su propio sendero.
Busca la expresividad de la forma, el reconocimiento de un lugar, una imagen; completar la
lectura de su obra significa formar parte de ella. Para Verdezoto toda la realidad que lo circunda
está a expensas de ser revisitada por él.
Si de encasillarlo se trata, podría pertenecer a los hiperrealistas, solo que de ellos se aleja
al no mostrar en sus obras esa impersonalidad y frialdad en torno al hombre mismo. En sus
piezas sí es este el protagonista de la historia, no el Pontiac 61, ni aquellas calles de New
York o París. Verdezoto busca en cada imagen la esencia del momento, su espontaneidad. No
es amigo de las poses artificiosas, ni de los escenarios montados. Le gusta captar con el lente
de su cámara ese instante fugaz que, solo gracias a un certero click, se ha podido retener.
Para esta Oncena edición de la Bienal de La Habana, Verdezoto nos propone una obra que
tiene antecedentes en la presentada durante la Décima Bienal de Cuenca (2011) y que se
tituló Buses dedicados.
En aquella ocasión, mediante la plástica, el artista intervino una serie de autobuses en el
territorio ecuatoriano, documentó con fotografías todo el proceso de trabajo, a la vez que
mantuvo estrechas relaciones de amistad tanto con los choferes de esos buses como con
miembros de la comunidad.
Fue una obra de gran impacto. Un acto como ese requería de una sensibilidad y un tino peculiar
que, evidentemente, Verdezoto poseía dados su entusiasmo y su inteligencia. Cabe
resaltar que no es lo mismo exponer en una galería – que es un circuito artístico especializado
y, si se quiere, hasta cerrado – que intervenir públicamente una comunidad.
A la galería solo asistirían los interesados o los conocedores de arte; sin embargo, los autobuses
que circularon por las calles de Cuenca, las bus/stop intervenidas con fotografías en
grandes planos, entre tantas otras acciones que realizó Verdezoto formaron parte de la realidad
cotidiana de cada habitante de aquella región. Fue un acto muy arrojado y de gran impacto
social: el artista no temió por la reacción del público, sino que la incorporó a su trabajo.
En esta nueva edición de la Bienal de La Habana, Verdezoto nos mostrará una pequeña parte
de aquella primera obra, solo seis fotografías y una video-instalación que formaron parte de
la documentación de la propuesta original. En esta ocasión, por la calidad de los materiales
fotográficos y del video, ambas – la primera propuesta y la actual – pueden funcionar perfectamente
como obras autónomas e independientes, a la vez. No obstante, aunque así suceda,
no se podría obviar el verdadero contexto para las que fueron concebidas.
Tal vez dentro de poco tiempo, en plena Bienal, nos encontremos paseando por las calles de
La Habana a algún artista que, antes de preguntar dónde se come o se duerme, quiera saber
cuál es el P más demandado por los habaneros a las 8:00am. ¿Quién sabe? ¡Tal vez ocurra un milagro!

2 comentarios:

  1. Gracias por tan sentida apreciacion amigo Ernesto! un abrazo y seguiremos trabajando gracias a gente como tu...

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    1. Muchas gracias. Tu comentario se me había perdido en alguna voluta del ciberespacio pero valió la pena encontrarla ahora. Saludos.

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