lunes, 30 de enero de 2012

Pablo Neruda en Cuba y Cuba en Pablo Neruda



por: Ángel Augier/ Cuba
Mucho agradezco la invitación a participar en este necesario y justo homenaje a Pablo Neruda en su centenario, del Festival Internacional de Poesía Proyecto Cultural sur, y mucho más me complace participar, ofreciendo algunas primicias de mi libro Pablo Neruda en Cuba y Cuba en Pablo Neruda, aún en proceso, y relativos a la primera visita a La Habana en 1942, hace solamente sesenta y dos años.
Afortunadamente, tenemos elementos de primera mano para saber cómo fue que llegó a Cuba al poeta, en su infancia, y se consolidó en su juventud. Lo confesó Neruda en una bella crónica que envió en 1950 al diario Habanero Hoy, bajo el título "Recuerdos de La Habana",  de la que es esta síntesis. Después de expresar que “La Habana era para mí una caja de tabacos”, y describir el paisaje austral de su   niñez:
“Pasaron los años que me condujeron por el mar a otros sitios, a otros puertos, a otras desembocaduras. En Batavia, en Java, en largas conversaciones con un cubano fue precisándose para mí la bella ciudad que todavía perduraba en mi corazón. Fue un cubano llamado Gustavo Enrique Mustelier quien me predicó la habanidad y me hizo hijo predilecto, aunque desconocido. Este Mustelier que, aunque con el pelo totalmente blanco debe vivir aún, enérgico y patriota en alguna casa llena de flores del Vedado, fue entonces,  en el año 1930, con su bastón con cachas de marfil y sus camisas de gruesas rayas, en las que yo admiraba sus mascuernos y alfileres en forma de herraduras, fue para mí, además de un admirable amigo, la imagen del elegante de La Habana, hombre de inagotable repertorio y de rigurosa conducta”.
Y proseguía la emotiva evocación:
“Como no teníamos nadie más con quién hablar en nuestro idioma, con Mustelier recorrimos calles y casas y él me ilusionó con esas champolas de guanábanas que iban a ser  realidad alguna vez para mí en la casa de Augier y la de Fernández de Castro. Como yo, hombre austral, era más callado que Mustelier, o mucho más callado, en cerca de dos años de compañía quedé yo mucho más ilustrado sobre los sabores y los cielos, el café y la política habanera de aquellos tiempos de lo que él de mí supiera de mi oasis” ...
Así fue así como Cuba llegó a Neruda. Podemos afirmar que Neruda (su formidable poesía) llegó temprano a Cuba, igualmente, aunque no se haya hecho mucho énfasis en ello. Nada menos que en 1925, la importante revista habanera Social publicó el número 8 de los 20 Poemas de amor y una canción desesperada, tomada de la revista argentina Proa, cuya semblanza del poeta también reproduce.
En 1927, se repitió la presencia de Neruda en la misma revista Social, que incluyó un "Panorama intelectual de Chile", por el crítico peruano Serafín  Deimar, quien asegura, entre otros elogios, que "Pablo Neruda es en Chile quien marca en el arte poético la ruta de los nuevos".
Y por su parte, el famoso suplemento literario de El Diario de la Marina dirigido por José Antonio Fernández de Castro, también en 1927 reprodujo tres poemas nerudianos, titulados “Farewell”, “Playa del sur” y “Hoy es el cumpleaños de mi hermana”, con semblanza donde se asegura que “ser un gran poeta moderno como Neruda es muy difícil”
Entonces, en una situación de constante crisis política y de inquietudes revolucionarias, no parece haber tenido mucho eco general esas primeras menciones en Cuba de un nuevo gran poeta chileno, pero en definitiva constituyen antecedentes de indudable trascendencia.
Es notorio que la fama universal de Neruda comienza en el Madrid de la República Española, cuando se estrena la hazaña lírica de Residencia en la Tierra, a través de los "Tres cantos materiales" incluidos en el Homenaje a Pablo Neruda de los poetas españoles de la generación de 1927 y de promociones posteriores, editado en 1935 como avance de la Residencia de las ediciones El Árbol de la revista Cruz y Raya. Juan Marinello le dedicó un entusiasta ensayo en la revista Orto, que expresó la fuerte impresión que a todos nos hizo en Cuba aquella poesía.
Después, vinieron los años terribles de la heroica defensa de la República en España, la identificación de Neruda con las luchas del pueblo español (expresada en el verso vibrante y atormentado de España en el corazón), y su capital  participación en el Congreso Internacional en Defensa de la Cultura, en medio de la criminal agresión fascista, allí se forjó la estrecha amistad del gran poeta chileno con los escritores cubanos presentes en aquella batalla de las ideas: Juan Marinello, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y Félix Pita Rodríguez.
Tanto Marinello como Guillén nos trajeron la devoción cubana de Neruda su sueño infantil y juvenil, su curiosidad por conocer la champola de guanábana, y todos quedamos pendientes de esa futura visita, cuya posibilidad se acercó cuando el poeta llegó a México en 1940, como Cónsul General de Chile. Hay copiosa correspondencia sobre ello, pero no fue posible hasta el 13 de marzo de 1942, la visita de Pablo Neruda a Cuba, acompañado de su esposa Delia del Carril.


Tuve la suerte de acompañar a Marinello y Guillén a darles la bienvenida sobre el vapor procedente de Veracruz que los trajo al puerto habanero, y de acompañarles hasta su hospedaje en el hotel Packard, punto histórico y estratégico de la ciudad: el Paseo del Prado, vecino del Castillo de la Punta y del imponente paisaje marino del Malecón, en la misma línea fronteriza de La Habana Vieja y la moderna urbe. 
La acogida cordial de Pablo y la Hormiguita me animó a visitarles la tarde siguiente al día de la llegada, y él accedió a mi sugerencia de conocer el pintoresco entorno urbano que mucho le complació. Cuando íbamos de vuelta, se nos unió José Antonio Fernández de Castro, secretario de la embajada de Cuba en México, que disfrutaba de vacaciones en La Habana. Pablo nos invitó a un trago en un bar del camino. De pie, en la barra, ellos pidieron ajenjo, y yo, poco dado a tragos, opté por una modesta cerveza. Pablo, sentenció con su voz profunda y tono salmodiante:
—Ángel: de vez en cuando viene bien un ajenjo...
Después de la risa de todos, prosiguió:
—Cuando yo tenía que terminar mi “Canto para Bolívar”, en México, a pocas horas del acto donde debía leerlo, no acertaba a terminarlo. Acudí a una copa de ajenjo, y pude terminarlo felizmente...
Cuando cesaron las risas, le respondí:
—Bueno, ya sé la receta para cuando me vea en semejante caso...
Esta primera visita cubana de Neruda, fue a invitación de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, a cargo del eminente polígrafo José María Chacón y Calvo para ofrecer un ciclo de tres conferencias en el Seminario de Investigaciones Históricas, con el siguiente temario:
1 - Viaje del tiempo y del océano, lunes 23
2 - Viaje a la luz de Quevedo, jueves 26
3 - Viaje a través, de mi poesía, sábado 28
Fueron ofrecidas las conferencias en el salón de actos de la Academia Nacional de Artes y Letras, instalada en el que fuera edificio del Colegio de Belén, en La Habana Vieja, con asistencia de un público ilustrado, ávido de conocer al gran poeta, al que rindió sincera admiración. La prensa habanera, con explicables excepciones reflejó el acontecimiento. Yo escribí crónicas para el diario Hoy.
Varias instituciones ofrecieron homenajes a Neruda, entre ellas el Frente Nacional Antifascista, con una conferencia de Juan Marinello sobre su poesía; la Unión Juvenil del Centro Popular hebreo, con una conferencia del poeta Félix Pita Rodríguez sobre Residencia en la Tierra. El Departamento de Cultura y Turismo del Municipio de La Habana, en el gran salón del Palacio Municipal, con un concierto de la Banda Municipal dirigida por el eminente maestro Gonzalo Roig, y lectura de poemas por Neruda, después de ser presentado por Nicolás Guillén.
El homenaje más intimo y pintoresco, casi familiar, rendido entonces a Pablo Neruda, fue el de los poetas, escritores y artistas, en la noche del 15 de abril, una comida de despedida, de la que ha quedado recuerdo en sencillo impreso que simula la portada de libro, hecho en su famosa imprenta La verónica por el inolvidable poeta impresor español Manuel Altolaguirre —refugiado entonces en La Habana— con el ¡indispensable texto del menú: PAELLA / PARA NERUDA / Poema / En un plato; y una ensalada /Postre, pan y café / Fonda de La Victoria / La Habana, abril 15 de 1942.
"La Victoria" era una excelente fonda especializada en comida española, situada en la Plaza de San Francisco, La Habana vieja.
Una de las grandes satisfacciones de Neruda en La Habana fue la visita que hizo, acompañado de Nicolás Guillén, al eminente malacólogo don Carlos de la Torre, quien obsequió al gran poeta visitante una valiosa colección de polimitas, caracol cubano que él descubrió. En mi libro, reproduzco la deliciosa crónica de Guillén de este encuentro del poeta con el científico, escrita al ocurrir el fallecimiento del sabio cubano.
Por último, debo recordar la inolvidable visita de Pablo y la Hormiguita a mi casa, invitados por mi esposa Corina Calderín a probar la champola de guanábana que tanto añoraba el cónsul cubano en Java, y que él deseaba conocer. Gustamos del delicioso néctar frutal en aquel primer piso de Lealtad y Condesa, donde celebraron a nuestras hijas Alba Rosa y Gisela, de casi tres años la primera y de poco más de un año la segunda. Al degustar el pulposo refresco, expresó Pablo:
—Justifico plenamente a mi amigo Mustelier por su gran nostalgia de la champola de guanábana, que es un sensacional refresco tropical.
Esto lo dijo, mientras me dedicaba libros suyos que encontró en mi biblioteca. A un ejemplar de los 20 poemas de amor, escribió al reverso de la cubierta:
"Querido Augier: cuánto me ha servido este libro pirateado. Salud. Pablo", con dibujos de barcos y pajaritos. Ya había escrito en la portada: "Para Ángel Augier, Con un abrazo de Pablo Neruda.
Habana,1942,marzo"








Eduardo Galeano inaugurará el Premio Casa de las Américas


Eduardo Galeano en la Casa de las Américas. Foto: Abel  Carmenate/ La ventana

(fuente: Cubadebate)
A través del sitio web de Casa de Las Américas, La Ventana, podrán ser vistas este lunes a partir de las 11:00 a.m. (hora de Cuba, 16:00 GMT), las palabras de Eduardo Galeano que abrirán las jornadas del Premio Casa de las Américas 2012.
La Ventana transmitirá en tiempo real la inauguración de la 53 edición del Premio Casa de las Américas, que incluirá las esperadas palabras del escritor uruguayo, invitado especial del certamen.
Al día siguiente, martes 17 de enero, a las 4:00 p.m. (21:00 GMT), ese portal informativo volverá a ofrecer la oportunidad de atestiguar en vivo la lectura de Eduardo Galeano y la presentación de su libro Espejos. Una historia casi universal, ganador del Premio de narrativa José María Arguedas en la pasada edición del certamen literario, en 2011.
El 53 Premio Casa de las Américas se celebrará del 16 al 26 de enero y tendrá como géneros concursantes los de Teatro, Literatura para Niños y Jóvenes, Literatura brasileña y Literatura caribeña en francés o creol, así como del Premio de Estudios sobre latinos en los Estados Unidos y del Premio Extraordinario de Estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe contemporáneos.
El sábado 21 de enero, a las 11:00 a.m., tendrá lugar la presentación de los libros premiados en la edición del 2011: La bota sobre el toro muerto, del cubano Emerio Medina Peña (Cuento); La venganza de las chachas, del mexicano Gabriel Santander Botello (Novela); Su paso, del argentino Carlos Enrique Bischoff (Literatura testimonial), y Poeira: demônios e maldições, de Nelson de Oliveira (novela premiada en la categoría de Literatura brasileña).
Además de estos textos inéditos, se presentarán los volúmenes Los danzantes del tiempo. Antología poética, del barbadense Kamau Brathwaite, compilado y traducido por Christopher Winks y Adriana González Mateos (Premio de Poesía José Lezama Lima); Amazonía. El río tiene voces, de la chilena Ana Pizarro (Premio de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada), y el premiado libro de Eduardo Galeano.
El miércoles 25 a las 4:00 pm se presentarán estos libros en la Casa, como parte de un programa más amplio que incluirá debates y encuentros con escritores.

De Galeano a La Casa



Carta de Galeano a Casa de las Américas. Cortesía de La Ventana
A Roberto Fernández Retamar
A Eduardo Heras León
A todos los amigos que tengo allí:
La Casa de las Américas merece el Premio Nobel de Física: ha demostrado que en una sola casa podemos vivir millones de personas, lo que constituye un gran acontecimiento científico. Y todos juntos, allí metidos, nos sentimos de lo más bien, lo que ya pasa a la categoría de milagro.
¡Feliz cumpleaños!
Los abraza,
Eduardo Galeano



Viajero en el tiempo de las almas


Hoy no importa si fue un viento, el azar, un extraño equívoco o las sonoras campanadas de la amistad quienes me trajeron aquí, a esta dimensión desde donde me miro con la extrañeza de quien ve su rostro en el espejo y le resulta ajeno. Hoy importa lo que entiendo y asumo con la humildad del iniciado en un secreto tan sencillo que estremece.
Hoy escucho voces que ya me acompañaron en otras latitudes, recibo abrazos que han rodeado mi espalda bajo otro cielo, miro rostros sonrientes, ceños fruncidos, percibo la agitación de los que invierten en su propia desgracia y, el gesto plácido de los que ciñen el chaleco de la generosidad y el paso breve. No existe paisaje, no hay extrañeza. No puedo afirmar que el pardo de una tierra o el olivo grisáceo que cubren un páramo interminable, sean menos hermosos que el azul de un cielo sin nubes o una arena que, de tan fina se escurre entre mis dedos que lo tocan todo.
Hoy puedo entender las obsesiones con el tiempo y el espacio. Alguien me ha dicho que a mi corazón le han nacido piernas y, pienso que en realidad le han crecido alas. Cuando estas se agitan hay una tormenta de sentimientos y animosidades que arrasa con cualquier paisaje, cualquier atisbo de arraigo material. Acepto entonces mi derrota en la lucha contra las lecciones de los maestros, y debo asumir que mi vida es una sucesión de construcciones y derrumbes, de finales y recomienzos que se van alternando, en mi caso de una manera caótica, cuyo orden escapa a mi condición de anónimo viajero en el tiempo. Y desconozco el propósito, divino o humano, que encierra este devenir.
Hoy declaro que mis pasos buscan el camino hacia el alma de una mujer, que mi razón completa cabe en la mirada limpísima de un niño y el dolor propio o ajeno se disipa en el abrazo de la amistad más pura. Renuncio a toda sabiduría si la dimensión de una caricia, un beso y un abrazo destruyen las gastadas concepciones del universo; renuncio a las herencias que encarcelan la verdadera libertad, si las preguntas y respuestas de un niño borran de un tirón los congelados chorros de tinta encerrados en los libros de filosofía.
Hoy disfruto el milagro de estar vivo y sentir este batir de alas que le han nacido a mi corazón.