jueves, 10 de mayo de 2012

un mundo fijo bajo el movimiento Lauren Corcho Nodarse



Camagüey se presenta vestida de traje en la Oncena Bienal de La Habana. Esta vez propone
cinco proyectos expositivos de gran calidad estético-artística. Entre los artistas que representarán
a la ciudad de los tinajones, se encuentra Jorge Luis Santana.
Santana es uno de los exponentes más relevantes de la escultura cubana actual. Sus obras,
ajenas a lo tradicional y lo metódico, invitan al receptor a un análisis sujeto-ambiente a través
de propuestas artísticas muy atractivas, desde disímiles aristas, para los espectadores.
La renovación de la escultura dinámica en Cuba y los avances en las artes visuales, son asumidos
por este creador para transformar la práctica convencional de su perfil con soluciones
inteligentes.
Por segunda vez, el público podrá deleitarse con la inquietante y siempre sugestiva obra de
Santana. En esta ocasión, apreciaremos una escultura ambiental que contiene un dispositivo
electrónico con sensores de movimiento; algo excepcional en el panorama visual cubano. La
aceptación y el confort de la pieza en el espacio funcionan para él como premisa que asalta
a una sociedad en constante movimiento, una para la cual un time out no existe.
Perspectiva cubre todo un análisis personal y social, rompe con el lenguaje estático del
mundo escultórico. Se muestra ante el espectador, tal como si fuera una fotografía animada
de él mismo; y de esta forma, logra impactar el actuar inconsciente del sujeto social de
nuestros tiempos.
Captar la realidad circundante mediante un sensor de movimiento colocado en la obra, le
imprime a esta un carácter instalativo que conjuga materiales ordinarios y tecnología de
avanzada. La inclinación del artista por los formatos menos tradicionales, en discordancia
con la práctica tradicional, hacen del producto resultante una especie de híbrido que agita
el ambiente plástico a escala nacional.
Otro aspecto de gran importancia en el trabajo de Santana es la interacción con el público.
La obra no tiene sentido si no existe una especie de intercambio entre aquel y el producto
artístico. Ahora, el receptor adquiere un nuevo significado porque también es él parte de la
escultura. Esta no se queda solo en la obra física, adquiere un estatus que la asemeja a lo
performático. La poética como discurso visual opera transformaciones que han acostumbrado
al crítico y al público, de manera general, a lecturas más complejas de la pieza en cuestión.
Los que aprecien la obra de Santana, en sí misma inquisitiva y rica en los elementos que la
componen, no obtendrán la ilusión de lo que se puede ser; sino una muestra de lo que constante
y diariamente somos.

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