jueves, 10 de mayo de 2012

Tras la ruta de la emigración Anabel Caraballo



Pintora, fotógrafa, doctora, la polifacética colombiana Libia Posada se graduó como cirujana
de la Universidad de Antioquia en 1989. Posteriormente en el año 1996 culminaron sus
estudios en Artes Plásticas en esta misma academia y desde entonces ejerce las dos disciplinas.
Libia Posada no solo ha experimentado con la pintura sino que ha incursionado en la instalación
y en la apropiación de objetos e imágenes como herramienta. Estos elementos le
han posibilitado reflexionar sobre la ciencia y la medicina como generadores de un discurso
centrado en las problemáticas sociales que afectan al mundo y muy especialmente a su nación.
Además, acude a las sensaciones olfativas, táctiles y gustativas de los espectadores
a través del universo objetual dimanado de la medicina, para a partir de ellos confeccionar
una poética sui géneris basada en la simbiosis entre la enfermedad y la sanación desde dimensiones
sociales y culturales.
Ella ha promocionado sus obras en numerosas instituciones europeas y latinoamericanas.
Entre sus exposiciones sobresalen Neurografías, 2005–2007, Evidencia clínica II: Retratos de
colección, 2007, Síndrome postraumático, 2003–2008, Sustancia Gris, 2009, entre otras.
Según la crítica cubana Magaly Espinosa, el Síndrome postraumático se caracteriza por las
circunstancias específicas en las que confluyen los males sociales con las afecciones físicas
y psicológicas. Entre las creaciones que privilegian la temática de la enfermedad y las vías
para su curación, Libia formula su discurso. La artista en esta ocasión recrea el sistema nervioso
y las relaciones que se pueden establecer entre la anatomía del cuerpo humano y la
agresión física mediante una serie de componentes médicos como hilos y vendajes quirúrgicos
proyectados sobre un panel. Estos materiales le sirvieron para elaborar una especie de
cabezas de las que parecía surgir una energía que se extendía más allá de sus proporciones.
Por otro camino transitan obras como Evidencia Clínica II: Retratos de colección, que gira
en torno al maltrato de la mujer o de las mutilaciones físicas como consecuencia de los conflictos
sociales. La muestra se basa en la sustitución de cuadros que representan retratos de
cortesanas, por un conjunto de fotografías, que revela, a través de un sugerente maquillaje
de técnicas forenses, los rostros maltratados de mujeres. Para ello realiza un estudio de la
luz, los detalles del vestuario, conserva el formato, sus dimensiones y la ubicación original
del cuadro. En síntesis expone imágenes que a simple vista parecen los lienzos típicos de
una sala del museo, pero que llaman la atención del espectador por el estado crítico de los
rostros de las personajes, que aluden a la violencia familiar o social a la que son expuestas
las mujeres en Colombia. La artista establece un juego de roles entre la pintura romántica
de época y los rostros desfigurados de las protagonistas, que nos dejan entrever una realidad
otra, permeada por la ceguera de varios que pretenden ignorarla.
En esta ocasión Libia nos trae una pieza denominada Signos Cardinales que se centra en la
denuncia social de uno de los problemas más acuciantes en Colombia como es la emigración
interna en este país. Los desplazamientos se deben a múltiples razones desde la búsqueda
de mejoras económicas, sociales y políticas hasta las persecuciones y la violencia generada
por grupos armados contra algunos sectores de la población, entre otras causas. ¿Será el
mundo convulso, compuesto por la pérdida de las raíces identitarias, de familiares y amigos,
de costumbres y tradiciones; o será la interacción con otras zonas geográficas, con otras
idiosincrasias lo que determina los ejes directrices de los destinos de estos hombres y mujeres
que representan un estrato de la sociedad colombiana?
El traslado forzado de personas de un lugar a otro de forma forzada ha creado reinterpretaciones
de conceptos como identidad y pertenencia a un territorio dentro de esta sociedad.
La contextualización de nuevas lecturas sobre la situación actual de la emigración del sujeto
colombiano constituye la línea discursiva a desarrollar en la serie.
En este caso, la artista lleva a las víctimas del proceso migratorio a un conjunto de fotografías,
que recogen las piernas de varias mujeres que han sido tatuadas por ella misma. Los
tatuajes presentan las rutas que marcan los movimientos de cada uno de los personajes, en
su azarosa vida determinada por el aquí y el allá. Aquí las extremidades inferiores de féminas
se convierten en el soporte plástico idóneo para exteriorizar un mapa conceptual que
refleja, de forma peculiar, un hecho alarmante y a la vez cotidiano de esta sociedad. Asimismo,
la fotografía trabajada en blanco y negro resalta las líneas, los trazos del singular plano
y a la vez dignifican el carácter simbólico del trabajo.
Esta creadora plástica ha desarrollado una representación peculiar en el cual la interacción
objeto-público, el enigmático mundo médico y la implementación de diversas técnicas artísticas
se transforman en los configuradores de obras, que dialogan con los sectores más desvalorados
y discriminados de la sociedad colombiana.
Entonces sugiero a todos los cubanos y extranjeros a que sean partícipes de este proyecto
como parte de la programación de la Oncena Bienal de La Habana, no solo para que constaten
la calidad conceptual y estético-formal de la propuesta de Libia Posada, sino también
como un gesto de solidaridad y respeto por el fenómeno que caracteriza a su nación.

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