Desde el pasado mes de febrero, el Gran Teatro de La Habana, como una de las sedes principales
de la Oncena Bienal, ha abierto a la consideración del público la muestra: Sacrificio en
la encrucijada. Se trata de una exposición de Alexis Leiva Machado (Kcho), compuesta por
diversas piezas de grandes dimensiones, y en la que destacan dibujos, esculturas e instalaciones,
en técnicas mixtas.
Uno de los elementos más sobresalientes de la muestra es la relación de las obras con el
tema de la próxima Bienal: Prácticas artísticas e imaginarios sociales. En la inauguración de
esta exhibición personal, el propio Kcho afirma: «…voy a poder compartir con los cubanos
una exposición de gran envergadura porque la intención que tengo es que las personas puedan
ver de dónde salen mis ideas, cómo las construyo, cuál es su origen, cómo las estructuro
».
El reconocimiento social que obtiene Kcho por las acciones que desarrolla, es el punto de
partida que impulsó al artista a exhibir este heterogéneo proyecto en los salones del Gran
Teatro. El deseo de extender las dimensiones de su arte hacia otras fronteras y abrir el diapasón
de posibilidades de recepción, fueron otros de los detonantes para que el público
conociera su obra en todo su esplendor.
El discurso que compromete al espectador con el material artístico, tiene ahora mayor medida.
Por tanto, si esta Oncena Bienal estará dedicada a valorar la relación entre las producciones
visuales y el imaginario social, la labor de Kcho, y esta obra en particular, complementan
justamente el propósito del evento.
Otro aspecto que provocó nuestra admiración fue la disposición espacial de las piezas en la
muestra. En tal sentido, el artista declaró que fue muy difícil montarla: numerosas vicisitudes
surgieron en la transformación del espacio para poder colocar los múltiples formatos
que se proponen. Pero el esfuerzo valió la pena, porque, como dice el artista: «…en este
edificio se va a poder entender cómo le entra el agua a Kcho, de dónde salen mis ideas paso
a paso».
Una de las piezas relevantes de la exposición, reconocida de antemano por el espectador, es
El David que ahora emerge con un discurso diferente. Esta es otra de las obras con dimensiones
colosales que el artista mostrará en la ya cercana Bienal de La Habana. A propósito
de la próxima cita, el creador consideró oportuno rememorar Punto de encuentro, que en la
pasada edición devino un cálido cumplido a aquel extraordinario acontecimiento. Asimismo,
el artista anunció que se editaría un catálogo con la información pertinente a su futura presentación
en la Bienal.
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La educación ambiental vuelve a ser hoy
una motivación para movilizar a amplios sectores
de la sociedad civil en todo el mundo.
Ya forma parte de la cultura cubana celebrar, con la llegada de las primeras lluvias de mayo,
una de las festividades más importantes del arte contemporáneo internacional: la Oncena
Bienal de La Habana. En su nueva edición se presenta como un homenaje al arte que se realiza
bajo los presupuestos de lo popular, de las preocupaciones de la sociedad actual, y las
prácticas artísticas que nos permiten una identificación total con el entorno que vivimos hoy
día.
La propuesta de Marcela Armas (México, 1976) en esta nueva cita habanera es de un reconocimiento
enorme, pues con su obra logra dirigir la atención no solo a las problemáticas
sociales que acontecen en el mundo actual, sino también identificarnos con el tema ecológico.
Aquí nos presenta su Cenit, propuesta por la que nos permite dialogar con el espacio
galerístico al colocar por casi todo el recinto elementos de uso cotidiano, en situaciones corrientes.
Su trabajo ha estado orientado a investigar la capacidad de materiales, sustancias
y tecnologías para producir poéticas de reflexión social.
Hoy día el avance tecnológico ha cobrado un mayor auge, y a su vez se están deteriorando
las condiciones medioambientales. Es por esto que la artista utiliza, a nivel simbólico, el
«cenit del petróleo» que refiere al mayor nivel al que se puede llegar en la extracción del
crudo, y que, a la vez, precede su declive.
Así como el terreno queda estéril, al llegar a lo más bajo de la pendiente que fue en su momento
de gran altura y valía, está quedando también yermo nuestro espacio, y una pequeña
bomba de petróleo nos permitirá observar cierto horizonte urbano fantasmal.
Cenit se nos muestra como uno de esos espacios que apuntan hacia las transformaciones que
sufre la experiencia citadina y los modos como se conforma el espacio social, a partir del
uso de la high tech y de la energía en diferentes circunstancias. Y es precisamente en esto
en lo que insiste la artista para provocar en nuestras conciencias un llamado de atención
que implique la búsqueda de soluciones, desde lo artístico, a todo aquello que está causando
el deterioro de nuestro mundo.
Es por ello que se hace válida la propuesta de Marcela Armas como un llamado de reflexión
dirigido a la indagación en las problemáticas que apuntan constantemente contra el universo
ambiental. De este modo, nos hace observar nuestro entorno con una mirada ecológica
que se expande como también lo hace el arte cubano contemporáneo.
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