jueves, 10 de mayo de 2012

El joven Orfeo: un talento que no cesa Mónica Ríos Álvarez Luces



Nacido en La Habana y graduado de la Academia de Artes Plásticas de San Alejandro, Roberto
Diago ha transitado por un largo camino profesional que lo ha convertido en una de las
figuras más representativas de la cultura cubana contemporánea. Miembro de la Unión Nacional
de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), ha realizado numerosas exposiciones personales
y colectivas, tanto en Cuba como en el extranjero. Sus obras se encuentran en colecciones
de diversas partes del mundo, museos, galerías y fundaciones de Francia y Estados
Unidos.
«Joven Orfeo»: así sintetizó Nancy Morejón, con su extraordinaria manera de decir, la personalidad
de Roberto Diago. Lo de «joven» le viene por el espíritu de renovación que sustenta
la labor emprendedora de este artista. Su talento no cesa de regalarnos nuevas creaciones
que poseen siempre la capacidad de sorprendernos. Diago, al igual que Orfeo, nos ha
traído desde sus inicios la luz con la que ilumina el etnos marginal, la cara oculta de nuestra
cultura, y trasciende así sus fronteras para recolocarla en el espacio artístico; el joven Orfeo
se adhiere a su entorno más inmediato y traza las claves de reflexión, y estructura su
poética.
¿Diríamos por esto que Diago se suscribe solo a su contexto local o personal? Un artista como
él atraviesa la experiencia individual para legitimar y plasmar, desde el sentimiento más
hondo, la memoria colectiva; una memoria que transgrede límites de tiempo y de espacio
para quedar perpetuada en la historia a través del más puro arte.
Una de las peculiaridades de Diago radica en cómo se ha encaminado por un sendero poco
conocido, en pos de la legitimación de la raza negra. Corre por sus venas la mezcla de sus
ancestros africanos y la sensibilidad artística de su abuelo, flujo que vierte en un código ético–
religioso conocido y practicado por el artista. Pero como Diago afirma: «esas cosas serias
del espíritu no deben ser comercializadas o banalizadas»; por tanto, en sus piezas son un
elemento intrínseco, como la sangre que no vemos a simple vista, pero sabemos que fluye
dentro.
La obra de Diago, como expresó Yolanda Wood, se ha colocado en la reafirmación identitaria
desde una estética povera, desde los espacios de precariedad y silencio, con sus cargas
de clandestinaje y cimarronaje social y cultural. Entender la creación «diadesca» es adentrarnos
en una historia donde la simbología, aparentemente tan compleja, no constituye
más que los rasgos de nuestra cotidianidad con su carga semántica habitual. Diago es quien
desautomatiza esa funcionalidad y construye un sistema iconográfico personal, y a la vez
cubano, al poner en juego esos diversos motivos y situaciones del «lenguaje cotidiano» para
llevarlos al arte. Utiliza una gran variedad de recursos: pinta letreros como graffitis callejeros
cuando son elementos del cuadro; experimenta sobre diversos soportes como tela, papel,
metal, madera y hasta fotografía. Trabaja tanto lienzos y dibujos, como instalaciones.
La superficie de sus piezas recrea una fuerte textura a partir del uso de esmaltes, cementos,
óleos, fragmentos de ropas y objetos personales, sacos de yute y todo cuanto contenga
nuestra realidad y pueda ser transformado por la imaginación del creador.
Su obra, en toda variedad, ha transmitido esa fuerza interior que posee el artista porque
aborda desde su memoria personal los problemas existenciales del hombre contemporáneo,
la marginalidad y el racismo. Es el suyo un arte en constante movimiento, que impugna al
receptor, que cambia nuestra percepción del mundo para invitarnos a construir uno más limpio,
más justo, más nuestro, más de todos.
Con esta intención de por vida que caracteriza la creación de Diago, la Bienal de La Habana
se convierte en un pretexto para su artificio. En la oncena ocasión, cuando la cultura cubana
se vista de gala, Diago realizará un proyecto comunitario para, desde lo particular, representar
la aspiración de un proyecto extensivo donde el disfrute, el intercambio y la cultura
lleguen a todos. Esta acción tendrá lugar en el Parque Lennon y espera como destinatarios a
niños y adultos. Como sus lienzos, llenos del más inverosímil recurso, así este artista se valdrá
de los más diversos medios para construir un universo. Estamos a la expectativa de todo
cuanto acontezca bajo la imaginación de Diago. Las referencias están dadas, solo resta acudir
a la cita y ser partícipes de la historia.

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