Realizando innumerables exposiciones individuales y colectivas,
Mariano Sardón ha insertado sus obras en diversas colecciones privadas y en museos no solo
en Argentina, sino en disímiles partes del mundo.
Estudió Ciencias Físicas en la UBA y arte en la Internationale Akademie
Für Bildende Kunst Salzburg, Austria. Sus conocimientos tanto en el campo artístico
como científico le han convertido en uno de los artistas más peculiares de nuestro tiempo. Una vez
graduado, se dedicó inicialmente a la pintura y luego incursionó en el video y la
instalación. Desde entonces
utiliza como recurso fundamental en sus obras la tecnología analógica
y digital, insertando al arte en dicha dimensión. Sus primeros pasos se dieron en las
investigaciones en entornos sensoriales interactivos aplicando modelos científicos a su
desenvolvimiento artístico en el Theater, Film and TV
Department de la UCLA.
Cultivos Estocásticos (2005) constituyó un experimento de formas visuales y sonoras
que emergían de la actividad de teclados y mouse de las computadoras
que las personas utilizaban en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
Como resultado de estas acciones simples y acumulativas, la instalación hizo emerger un
ritmo inmanente generado por las personas en el museo por medio de su actividad
electrónica. Fue una instalación interactiva que propuso una aproximación a la experiencia del
espacio arquitectónico aumentado.
Permitió traer a conciencia y alterar la propia percepción del
lugar a través de la actividad humana que se realizaba allí en tanto espacio
habitable.
Telefonías, 2005–2008 fue un proyecto de investigación que propuso explorar la
relación entre los flujos de comunicación telefónica, procesadas por la Central Juncal y la
experiencia habitable del Espacio Fundación Telefónica a través de
diferentes estrategias estéticas. Retomando aquella percepción directa de los fenómenos de
telecomunicaciones, materializando
sus abstracciones, ritmos y tramas secretas en el espacio; este
proyecto demandó tres años de investigación en colaboración con el equipo de soporte
del Centro Superior de Red de Telefónica de Argentina.
Como Sardón afirma en Notas para Variaciones de lo Invisible: “(…) la tecnología
digital propició un acceso masivo a ciertos sistemas complejos
que, aunque fueron asimilados con gran facilidad en la vida cotidiana, poseen aún
hoy un funcionamiento interno que desconocemos”.
Este artista decidió desarrollar una obra interactiva que
funcionara en el cruce entre el arte y el medio explotando las posibilidades que tenía a su
alcance y con los recursos existentes hasta el momento.
Sus instalaciones y obras interactivas han encontrado su máxima
depuración y éxito en Libros de Arena,
trabajados por el autor desde el 2003 y que será la creación con la cual
participará en la
Oncena Bienal de La Habana. La instalación consta de 2 cubos de
vidrio, de 85 centímetros de lado, llenos de arena que al tocarla con las
manos surgen códigos HTML extraídos de la Web ,
los cuales copian el movimiento de las mismas. El pasaje se mueve como un fluido y desaparece posteriormente. La obra se constituye en
un sistema de interfaces relacionadas de distintas maneras, en el que se articulan
procesos digitales, analógicos y también materiales que entran en contacto sensible con los
participantes. El público adopta un rol activo–participativo, involucrándose en la creación de un
juego táctil, siendo la arena el soporte para el despliegue de las citas. La información, como
el texto y la arena, toman
su propia forma definida en virtud del gesto sensorial de ese
preciso instante. El trabajo sobre los relatos de Borges forja la trama conceptual entre arte y
adelanto tecnológico, entre los códigos que permanecen invisibles y los escritos por el
poeta.
La poética expresada en Libros de arena,
encuentra su sentido tan original por su fugacidad e intermitencia. Se convierte en un texto que las manos capturan
en un puñado y solo por un instante: el acto lo encuentra, lo categoriza y clausura, en
el propio instante en el que lo produce. De esta manera al encontrarse fuera de control la
construcción de los códigos cuyo protagonista es el espectador activo, la idea de interactividad
de las computadoras que poseen el control es relegada por el juego gestual de la cita esparcida
en la arena.
La construcción del espacio a través del la luz, los colores y
las texturas fue fundamental para definir la propuesta. La sala en penumbras creaba una atmósfera
de irrealidad, algo apartado del mundo. Esta característica resultaba ambigua ya que
utilizaba una red de comunicaciones globales para establecer un ámbito íntimo. Lo cierto es que Libros de arena nos abren una nueva ventana hacia la tecnología, hacia el
universo científico que encuentra
un camino en la sensibilidad de lo artístico.
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