Cuando los artistas que provienen de regiones culturales y geográficamente distantes del
pensamiento occidental, abordan en sus obras problemáticas con las que podemos sentirnos
identificados, nos sorprenden. No conseguimos entender que todos estamos inmersos en un
mundo caótico, donde la globalización es un mecanismo utilizado para el beneficio de unos
pocos en detrimento de muchos. A pesar de las fronteras culturales, se mantiene, a nivel
general, una esperanza de salvación para la humanidad, de cese de la crisis total y la violencia
que nos rodean cada día.
La artista marroquí Batoul Shimi, quien nos honrará con su presencia en la Oncena Bienal de
La Habana, nos ofrece con su obra Mundo sin presión, la mirada singular de una mujer proveniente
de un lugar donde la voz femenina es apenas escuchada. En su obra, de carácter
minimalista, utiliza una olla de presión que pende de un cordel, como símbolo de la labor
doméstica, y en ella inserta, a través de la perforación, un mapa mundial. Esta cacerola ha
sido concebida como objeto que permite la interacción entre los espectadores, ya que sus
múltiples espacios huecos se convierten en ventanas.
La pieza con la que Batoul Shimi pone a dialogar la no reconocida labor hogareña con la
situación actual del planeta –donde las temperaturas y presiones atmosféricas son cada vez
tan violentas como los fenómenos que ocurren entre los humanos a causa de la codicia y el
poder–es una propuesta muy singular. La construcción de una metáfora a partir de objetos
que nos rodean día a día, nos hace pensar en problemas de una dimensión insuperable. Ellos
ocupan los primeros lugares entre las tareas que debe acometer la humanidad para su salvación,
desde el mejoramiento de valores.
La imagen de la olla deformada, producto del calado de gran parte de su área, provoca la
evocación del planeta en el mismo estado: herido, perforado sin piedad. Sea cual fuere el
mensaje, la transformación de la superficie de la olla de presión, llevada a cabo por la artífice,
elimina totalmente la posibilidad de que esa vasija–planeta vuelva a estar a punto de
explotar, de alcanzar temperatura y presión extremas.
Es muy interesante el hecho de que la figura femenina esté frecuentemente asociada a la
búsqueda de soluciones para problemas y discusiones que atañen al mundo contemporáneo.
Con sutileza y persuasión logra cosas maravillosas, como traernos un hermoso mensaje de
esperanza a todos. Que una mujer, originaria de la civilización islámica donde las ideas de
su género son siempre ignoradas y reprimidas, sea capaz de plasmar tamaña realidad con
tal nivel de síntesis, nos hace comprender que las respuestas a nuestras preguntas se hallan
donde menos las esperamos. Pero más allá de esa reflexión, reside el hecho de que las soluciones
siempre son más simples de lo que creemos, solo que nosotros tendemos a complejizarlas.
Por eso nos cuesta tanto lograr la felicidad, porque imaginamos que hay que salir a
buscarla, cuando en verdad está dentro de nosotros mismos, deteriorándose con el tiempo,
como nuestro planeta.
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