jueves, 10 de mayo de 2012

La toma de La Habana por las hormigas Wendy Peñalver Sánchez



“La carpa estaba también toda invadida de hormigas,
y el país entero, quién sabe hasta dónde”.
HORACIO QUIROGA
Ya para nadie es un secreto el crecimiento que el arte en Colombia ha tenido en los últimos
años, y que va continuar desarrollando en la próxima década. Este impulso no ha sido dado
solamente por los importantes museos y galerías de arte en ciudades como Bogotá y Medellín,
sino que también se sustenta por las muchas generaciones activas en la escena plástica
del país. Ellas, aún en las condiciones económicas, políticas y sociales más difíciles, han
incrementado su desarrollo a través de diferentes tendencias artísticas.
Sin dejar a un lado la tradición pictórica del período colonial o los vestigios culturales de los
antecesores precolombinos, los creadores amplían su campo de experimentación al incursionar
con más seguridad en diferentes medios, como el video y la instalación. Entre los interesantes
resultados obtenidos por el dominio de esta última forma de expresión, se presentará
en esta Oncena Bienal de La Habana, la obra del artista como Rafael Gómez Barros.
Si ya nos sorprendieron las cucarachas fabelianas que trepaban las paredes del Museo Nacional
de Bellas Artes, ahora llegará a aterrorizarnos una verdadera invasión de hormigas.
Bajo el título Casa Tomada –que directamente nos remite al escritor argentino Julio Cortázar–
Gómez Barros o, más bien, sus insectos, dominarán por completo la fachada del teatro
Fausto.
La colonia de hormigas del creador colombiano fue realizada a partir de ramas de árboles,
fibra de vidrio y arena de diferentes zonas de Colombia. Su color negro se obtuvo del carbón.
Sin embargo, aún cuando los materiales de los que se apropia Barros son fundamentalmente
vegetales y minerales, Casa tomada reitera la alusión a lo humano, pues tanto la
cabeza como en el abdomen de los insectos toman la forma de cráneos.
La simbiosis de tales elementos da vida a una obra indiscutiblemente muy americana y, a
la vez, conceptual, que no escapa de las problemáticas de su país ni de su tiempo. Para el
propio Barros, esta inmensa colonia de hormigas actúa como metáfora de las migraciones
que afectan la población colombiana por la violencia y las contradicciones internas. Sin embargo,
Casa Tomada no restringe su significado al contexto nacional de Colombia, también
funciona perfectamente en un espacio como el nuestro, o en cualquier otro, por abordar un
fenómeno ya globalizado: el desplazamiento como parte del drama humano, ese en el que
se deja todo atrás y se sueña con un regreso que pocas veces se concreta.
Otra misión se traza, además, la legión de insectos del creador, y es dirigir la atención hacia
el estado de conservación de los edificios públicos. Las hormigas obligan a que el espectador
automatizado, que ha perdido la noción de la importancia y belleza de su patrimonio,
se detenga a observarlo, pues como expresara el artista: «Este plan de las hormigas también
incumbe tomarse los monumentos resaltándolos, rescatando de la indiferencia cultural, lo
social que tienen (…)».1
Casa Tomada, de Rafael Gómez Barros, no será nunca portadora de una sola inquietud o de
un solo sentimiento, pues en la obra se entremezclan dolor, belleza y denuncia. No puede,
por tanto, ser únicamente definida por sus cualidades estéticas y artísticas, sino también
por su profunda proyección sociocultural que se enfoca hacia el debate y la reflexión de un
público realmente heterogéneo. Cuidado tengan entonces aquellos caminantes distraídos
que han aprendido a mirar hacia el suelo y no miran nunca hacia arriba, porque a La Habana
le lloverá azúcar y puede ser que se los coman las hormigas.
1 En: http://rafaelgomezbarros.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario