COBERTURA INFORMATIVA
Ernesto Sierra y los Avatares de una biblioteca
por: Maydelis Gómez Samón
Aquí el hombre se vuelve niño. Conocemos al Ernestico que aprendió a “respetar el silencio del recinto de los libros” en una biblioteca donde solía pasar horas. En las palabras preliminares de este volumen, el hoy profesor universitario, nos cuenta sobre las amorosas bibliotecarias, quienes –explica– le “enseñaron que podía llevar libros a la casa y así comenzó el trasiego hormiguero que culminó en el hábito, preocupante para mi familia, de leer un libro por día”.
Ernesto Sierra comparte sus vivencias en esos lugares llenos de libros-mundos, los cuales –si se respetan– deben tener fantasmas y misterios. En estas hojas se condensan sus avatares en las innumerables bibliotecas por las que ha pasado en toda su vida. La fuente de sus textos procede de aquellas “noches fantasmales”, en las que “fueron surgiendo inexplicables equívocos, inesperadas coincidencias que alguna vez me inducían a anotar”. Pero el autor nos sugiere que no busquemos valor literario en sus narraciones, pues ellas son “solo el testimonio de que las bibliotecas están habitadas por traviesas criaturas”.
Para este hombre –que llegó a ser el director más joven de la biblioteca de la Casa de las Américas, una de las más prestigiosas de Cuba– el trabajo del bibliotecario no es un oficio, sino una vocación. Él considera que “si alguna traza queda, en nuestros días, del hombre del Renacimiento, incuba en el bibliotecario, en el sujeto que debe ordenar con dedicación de orfebre todo el conocimiento humano resumido en los libros para ponerlo en las manos de quien lo necesite”. Sin dudas, él es un enamorado de su trabajo y su dicha contagia al lector.
Sierra (nos) entra al misterio de la biblioteca, a ese dragón lezamiano, que vive allí –como Unamuno– “la vida que otros soñaron”. Aquí se nos presenta un hombre joven, pero vicioso por la lectura como esos sabios que rondaban Alejandría, antes que fuera destrozada por las llamas. Ernesto se pregunta a dónde fueron a parar los eruditos de ese lugar –tal vez a Transilvania–; nos cuenta de la famosa trilogía de ciegos directores de bibliotecas, a quien Dios, “con magnífica ironía” les dio los libros y la noche; se sorprende por las pérdidas –siempre lúgubres– de los ejemplares de El nombre de la rosa; y también habla de los reservados origenistas y el tiempo que pasaban en la Biblioteca Nacional sin que nadie, hasta hoy, sepa qué hacían. Todas esas interrogantes se presentan en este laberinto-libro, y convierten la pequeña obra en una más grande, aún no escrita.
Avatares…, publicado por Ediciones Boloña, incluye también textos de José Lezama Lima, Ortega y Gasset, Gabriel García Márquez y Miguel de Cervantes. Además, el libro posee otro valor, y es que la palabra escrita se complementa con las fascinantes ilustraciones de José Luis Fariñas. En estas páginas se construye –al decir de Marilyn Bobes- “un universo autónomo, híbrido y real como la vida misma, una sobrenaturaleza que Sierra y Fariñas nos develan con mágica y genuina originalidad”.
El lector no debe temer al abrir este libro y entrar en ese mundo habitado por criaturas asombrosas. Ernesto Sierra está ahí para acompañarnos y lleva, además, el hilo de Ariadna.
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