RESISTENCIA E INTEGRACIÓN
EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
Anabel Caraballo
De la isla de Tenerife en España nos
llegan las atractivas propuestas del dúo de creadores plásticos
conformado por Beatriz Lecuona y Óscar Hernández. Estos artistas se
graduaron en la manifestación de pintura en la Facultad de Bellas Artes
de la Universidad
de La Laguna en
el año 2004. Han recibido cursos complementarios con la finalidad de
enriquecer su carrera profesional entre los que destacan un
taller sobre el Lenguaje cinematográfico aplicado al video creación
contemporánea impartido por la
Facultad de BBAA de la ULLL y uno de Performance por el Centro Gallego
de Arte Contemporáneo, en Santiago de Compostela, entre otros.
Como pareja
artística han expuesto sus obras en numerosas instituciones culturales tanto en
el interior como en el exterior de su país natal a través de exposiciones
individuales y colectivas. Entre ellas sobresale Todo hielo realizado en
Espacio Canarias, Madrid, Impasse efectuada en el Área 60, TEA. Tenerife, la
participación en la X Bienal
Internacional de Cuenca, Ecuador, realizadas en el 2009; The Old Soldier Action
en el Centro de Cultura Contemporánea de Valencia y la de Shadows of silence en
Miami en los años 2010 – 2011.
Sus trabajos se
caracterizan por la utilización de la tradicional y artesanal técnica del repujado
en metal. En la mayoría de los casos esta práctica se lleva a cabo con
materiales como el estaño, el latón, el oro o la plata. Sin embargo, ellos la
emplean con el metal de aluminio como símbolo del avance científico, del
progreso del arte contemporáneo. Este constituye un soporte autónomo en el que
pueden explotar sus cualidades físicas y ampliar todo un universo estético-formal
y conceptual, un discurso coherente y lógico que llegue a todo tipo de
público.
La muestra
titulada Impasse consistió en la exhibición de una especie de
cascada a través de la negra pintura líquida en movimiento a manera de
telón de un escenario. Detrás de la superficie pictórica se podía observar el mecanismo
de tuberías, bombas hidráulicas, etc. que posibilitaba el movimiento ilusorio
de la pintura. El mensaje se basa en la extrema
dificultad para
representar, aglutinando así en la pintura toda una memoria colectiva de imágenes
que fluyen constantemente. En palabras de los propios artistas “el discurso
pasa por hablar del movimiento – emoción, en un constante deja vú en el que se
aparecen todas aquellas imágenes de las que hemos bebido. Impasse está en
constante refinamiento toda vez que se vicia, pues siempre es nueva pintura y siempre
es pintura usada.”
En The Old Soldier
de sus serie Tiempo de espera un viejo soldado es reflejado a través de imágenes
repujadas de caballo, silla de montar, tambor, trompetas, hombres uniformados.
Esta se
refiere a conceptos como presencia y ausencia que son utilizados en un
mismo plano simbólico. Es decir, estos artistas nos hablan de la existencia de
un mundo saturado de imágenes, de medios publicitarios actuando al unísono
creando un sujeto alineado que no es capaz de percibir con claridad las
cosas esenciales de la vida; es lo que ellos denominan exceso – desierto.
Entonces valdría la pena preguntarse, como lo han hecho algunos críticos,
si estos
personajes representados son los que ayudan al ser humano a escapar de esta
gran burbuja que es el mundo contemporáneo.
Siguiendo esta
línea discursiva Beatriz Lecuona y Óscar Hernández nos traen dos
proyectos que distinguirán a la Oncena Bienal de La Habana : Música para el
Cortejo y Common Life.
En Música para el
Cortejo se valen de alrededor de doce repujados sobre aluminio que representan
a una serie de hombres, de guerreros musicales, de ciudadanos entonando una melodía
al sonido sordo del tambor para exteriorizar un discurso sustentado en el
término de resistencia del hombre a la hegemonía económica, política y cultural
del régimen capitalista.
Estas piezas
seriadas insertadas como un componente decorativo de la fachada del Museo de
Arte Colonial exponen el binomio perfecto figura – fondo, mediante la forma del
hombre tocando un tambor sobre una base neutra. Estas imágenes se
obtienen a través del ahuecamiento de su negativo previamente sobre madera, de
esta manera se establece un juego entre la imagen representada y el molde
original. Asimismo la incidencia de la luz, en esta
superficie
metálica trabajada a manera de relieve, crea un constante cambio y movimiento debido
a las variaciones dada por la luminosidad de los rayos solares.
El concepto de
resistencia se basa en la existencia del ser humano que encarna el rol de sujeto
político dentro de una sociedad. El hombre se encuentra dominado por la
potencia imperante en el poder que lo somete y lo obliga a adecuarse a las
leyes, las normas dictaminadas por la misma.
Por lo tanto el
objetivo de esta praxis artística se basa en exteriorizar el rostro
agigantado de ese sujeto político que te devuelve el espejo de ti mismo,
que te insta a cuestionarte como te estás convirtiendo en un ser conquistado
por las maniobras económicas y políticas que sustentan ese sistema dominante.
En este caso esta resistencia presenta un carácter mudo en cuanto se traduce en
el simple toque del tambor, por lo que es una manera simbólica de alentar al
ciudadano a que despierte de esa tormenta opresiva, a que busque alternativas
para luchar, para producir un cambio desde dentro.
Por otro lado,
Common Life gira en torno al significado del concepto de metoikesis, que
procede del griego Métoikos, meta o cambio y Oikos, casa. Con este trabajo se
propone crear toda una reflexión sobre el tránsito que se genera no solo con el
traslado físico de las personas de un lugar a otro, sino también de las
transformaciones emocionales, sentimentales e intelectuales que experimenta el
ser humano al decursar del tiempo; así como la integración de nuevos elementos
debido a la interacción con otras personas y escenarios que los rodean.
El hecho plástico
se consolida con el vertimiento de una líquida pintura negra que se
incorpora a la superficie desde unos singulares calderos de cocina. Ellos
emplean el negro, según las palabras de los propios artistas, porque se auxilia
de los otros colores para conformarse, por lo que es una imagen contenedora de
todas en sí misma.
Teniendo en cuenta
lo anterior, la acción se basa en la búsqueda del auto reconocimiento espiritual
a través del intercambio con los demás, y el ser capaces de reconocer que somos
el resultado de la confluencia de imágenes, de recuerdos individuales y a la
vez colectivos.
Porque formamos
parte de un todo, de una comunidad. Por lo que, esta obra se ancla en la
relación arte – vida, en la que el receptor juega un rol protagónico al ser el
partícipe y testigo del encuentro con el otro, de este reconocer en la mirada
del otro la esencia de uno mismo. En otras palabras como dijera el literato
Sartre en sus obras: el espectador es el que completa el hecho artístico y
literario.
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